Esta tarde he quedado con mi amigo Carlos en el Mercado de
San Miguel. El motivo era celebrar que después
de dos años vendiendo seguros por toda la provincia, se va a vender arte a la
GV Art Gallery , una de las galerías más
“cool” de Londres, en Regent´s Park; y
es que a veces los sueños de algunas personas se hacen realidad, aunque
pensándolo bien, Carlos nunca ha sido de los que pierden el tiempo soñando.
Me pregunto por qué me habrá citado en este sitio del que
siempre hemos convenido que es un timo para guiris, aunque tengo que reconocer
que disfruto mezclándome en ese ambiente internacional en el que siempre son
vacaciones; donde la alegría de la vida se manifiesta sin ambages al pagar seis
euros por una taza de chocolate y dos churros, y los productos se exponen en
los puestos con tal grado de belleza y armonía que trascienden su cualidad
orgánica de simples alimentos.
He llegado pronto, incluso para los turistas es temprano
para cenar y se puede pasear ampliamente por los pasillos, al pasar por la
frutería me he parado a contemplar el colorido, no recuerdo haber visto nunca
juntas tantas variedades de manzanas.
—Póngame dos manzanas de aquellas rojas, por favor— le he
pedido al dependiente, que se toma su tiempo eligiéndolas, levantando una por
una e inspeccionándolas como si fueran a pasar algún examen: elige las dos más
grandes. Son unas manzanas tan cautivadoras y atractivas como su nombre: “red
delicious”.
El frutero estaba pesando las manzanas cuando la señora que
tenía el turno detrás de mí ha dicho:
—Oiga, discúlpeme…pero no me parece bien que le ponga las
manzanas más grandes a la joven ¿Y los
que llegamos después qué? ¿Tenemos que
pagar el mismo precio por las pequeñas?
Debe tener unos setenta años, va impecablemente peinada y
maquillada, no se le parece especialmente, pero por alguna razón me recuerda
mucho a Lauren Bacall, es de esas
mujeres tan elegantes que parecen incapaces de incomodarse por nada, lo que me
hace pensar que simplemente tiene un mal día y ha salido a la calle buscando alguien
con quien pelear; pago las manzanas y me voy dejando a la señora reivindicativa
y al frutero en plena discusión.
Siguiendo instrucciones específicas de mi amigo me dirijo
hacia el puesto de las ostras y me siento en la mesa de enfrente ocupando el
taburete contiguo con el abrigo, aún faltan veinte minutos para la hora de la
cita así que me dispongo a esperar; coloco las polémicas manzanas sobre la mesa
por el simple placer de mirarlas; aunque se trata de una celebración, el
momento no deja de tener su parte triste
porque en el fondo es una despedida.
Una pareja de jubilados franceses se para a hacer fotos al
puesto de las ostras, fotografía la estructura de madera del techo y se gira
hacia mi lado de pasillo, el hombre le comenta algo a la mujer señalando las
manzanas que se exhiben orgullosas sobre la mesa. Lo único que entiendo de la
frase es la palabra “formidables”. ”
Formidable”, pienso: si alguno de nosotros utilizásemos esa palabra
pareceríamos snobs relamidos, sin embargo es envidiable cómo los franceses la
utilizan sin pudor. Siempre he pensado en el francés como un idioma capaz de
transformar la realidad en una pantalla de cine, y en los franceses como personajes inventados, no por ellos mismos como el resto
de los mortales, sino por algún guionista que planeara todas las escenas de su
vida.
La pareja pasa de largo con su
charla en francés mientras siento cómo el mercado va virando de su aspecto
original al formato celuloide. Han llegado dos mujeres que se sientan en los
taburetes de mi mesa que permanecían libres, una a mi derecha, la otra
enfrente. Vienen de compras con bolsas de ropa de marca, deben tener unos
cuarenta años, una de ellas coloca a conciencia las bolsas en el suelo debajo
de la mesa, mientras la otra ha ido al mostrador del puesto y vuelve con
dos copas de cava y un plato de ostras,
—Pero entonces… ¿Era tan…tan pequeña?
—Ni te lo imaginas, en mi vida había visto cosa igual ¡Muy mal eh…! Que dices a ver, si no te voy a pedir ser el padre de mis hijos...¡Y qué mala suerte, porque no era un mal hombre, pero qué difícil es coincidir!
—¡Ay, pobre! ¿Y qué hiciste, no se lo dirías, no?
—No, no, ahí me porté, disimulando…
—Pero te lo notaría en la cara, seguro ¡Uf… si soy yo anda
si me lo nota!
—No, no. Estábamos con la luz apagada.
—Menos mal, eso acaba con el ego de los tíos de por vida.
—Sí, si…Menos mal para él, pero, ¿y yo qué?
Se miran una
a la otra y como quien ha estado aguantando la risa durante mucho tiempo
estallan en una carcajada simultánea, brindan con el cava y empiezan con las
ostras:
—Aunque peor es lo mío, que para una vez que me encuentro
con el hombre perfecto en TODOS los aspectos, a los tres
meses se da cuenta de que “no estoy preparado para una relación”.
—Pues eso, mala suerte...
—Pues sí, y más aún después de lo que he aguantado estos últimos años...¿Qué tipo de pareja puede funcionar sin atracción, sin deseo?
Suena el móvil de una de ellas y habla apenas un minuto:
—Mi ex, que hoy tampoco puede recoger a Laura de Inglés. ¡Qué
hijo de su madre va a ser toda su puta vida!
Apuran las copas y salen a toda prisa cargando con sus
bolsas y sus quejas.
Al fondo del pasillo veo aparecer a Carlos sonriendo con su
traje de falso vendedor de seguros, Carlos es de esos tipos altos y flacos con
manos grandes, que andan siempre como a destiempo, sin ritmo.
—Acabo de escuchar una conversación entre terrible y
formidable, le digo antes de darle tiempo a hablar.
—Vale, vale, vale…Hold your horses, vamos a pedir que esto
se está petando y luego seguimos con los cotilleos. Veamos…tienen cava y ostras
pequeñas, medianas o grandes…
—¿Invitas tú, no?
—Of course my Darling —dice haciéndome reverencias con un
sombrero imaginario— puedes pedir las que quieras.
Este relato me ha hecho pensar en Guilles Deleuze y me recuerda que debo volver a leerlo. La vida es un predicado , es una relación, no es algo que está en los sujetos, sino que es algo que pasa a través de los sujetos. Recomiendo leer a Deleuze y cómo interpreta el silogismo de hierba de Bateson.
ResponderEliminarDelicioso, divertido! Una descripción objetiva de la realidad que nos lleva de la mano para ver más allá disfrutando de reflexiones originales. Me ha encantado.
ResponderEliminarA mí como siempre me ha encantado y me ha hecho pasar un rato de lo más agradable, y sobre todo me dan ganas de visitar estos lugares. Cada relato tiene el poder de hacer atractivo cualquier rincón de Madrid, el de hoy además es muy, muy divertido.
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